En La alegría de vivir resume su aprendizaje inicial de los cuadros clásicos, de Gaugain, de las estampas japonesas y de los iconos persas y bizantinos.
Es una escena fruto de su imaginación, totalmente subjetiva. Utilizó el tema de las bañistas y las odaliscas orientales y las traspasa a un ambiente occidental. Definió los espacios mediante amplias áreas de colores sin matizar, estructurados por medio de las líneas de los cuerpos, que dirigen la vista del espectador y marcan el ritmo de la composición.
La construcción con el color y la simplificación formal dominaban sus cuadros con gran audacia y seguridad. Matisse dibuja con el color, que es el que da entidad a la pintura pudiendo desempeñar el papel de dibujo, de perspectiva y de sombra de volúmenes. En su obra hay alegría, serenidad, es un arte amable, apacible, es un camino hacia la profundidad de sí mismo.
Monserrat M.C
Monserrat M.C
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